MONOS CAMAREROS EN LA CAPITAL DE JAPÓN
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El Kayabukiya no es un restaurante al uso. Aquí dos monos peludos actúan cual camareros de primera categoría, ya que se ocupan de las mesas y atienden a los clientes deseosos de satisfacer su apetito. En Japón nadie trabaja por una bicoca, pero estos dos simios lo hacen por instinto de colaboración. En realidad son las mascotas de la familia, aunque han sido autorizados para ayudar en el negocio. Se llaman Yat-chan y Funu-chan, y sirven bebidas y toallas calientes, a fin de que la clientela pueda lavarse las manos antes de comer, según la costumbre japonesa.
Los dos camareros-monos, perfectamente uniformados, constituyen la atracción del restaurante Kayabukiya (considerado “una casa de bien”) afincado al norte de Tokio..
-Yat-chan aprendió con sólo verme trabajar. Todo surgió el día que le di una toalla caliente por curiosidad, y él se la llevó a un cliente –actividad que desempeña Funu-chan de cuatro años, y que cuenta con sólo dos participando de la increíble experiencia.
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En tanto, Shoichi Yano, otro habitual del Kayabukiya, asegura que estos dos animales son como sus hijos:
-En realidad, son mejores. Porque mi hijo no me escucha y Yat-chan sí.
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Algunos asiduos afirman que Yat-chan puede entender exactamente lo que se le encarga:
-Si le pedimos cerveza, en un momento nos la trae –agregó Miho Takikkawa, un parroquiano que llegó al lugar atraído por los monos-. Es asombroso cómo entienden las palabras humanas.
Las autoridades visitan regularmente las instalaciones a fin de garantizar que las criaturas no son maltratadas. Lo cual significa que, Otsuka, el propietario, respeta a rajatabla el Reglamente de Protección Animal. Por eso trabajan en turnos de dos horas diarias, de acuerdo a las exigencias estipuladas en la reglamentación.
En un futuro próximo, Otsuka espera capacitar a una nueva generación de monos.-Este año (2008) he recibido tres monos bebé. Si aprenden también ayudarán en las labores del restaurante.
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Fuente:
http://worldmysteries9.blogspot.com/2008_12_01_archive.html
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3 comentarios:
Querido Ricardo, no me gusta, no acepto que se use a los animales no humanos para trabajos comerciales. Estos seres tienen derecho a vivir como su especie lo necesita, en su hábitat, con otros congéneres.
Ya sabemos que muchos monos y otros animales son significativamente más inteligentes que un gran colectivo de humanoides aprovechados. No sólo son más inteligentes, sino que carecen de las cualidades negativas que nosotros tenemos: sadismo, egoísmo, altanería , etc. etc., además de un
escaso sentimiento de empatía.
Efectivamente estos "camareros" no lucharán por sus derechos laborales, aumento de sueldo, bajas por enfermedad o pensiones.
Y en Japón, ¿las autoridades permiten esta ignominiosa explotación animal?
El dueño, un caradura convencido, nos cuenta que ya está preparando los nuevos monitos para seguir enriqueciéndose.
La clientela es otra banda de pelotudos, que todavía se admira del trabajo de los monos
A mi modo de ver, es simplemente una vegüenza.
Saludos desde Uruguay, el país que cuenta con un río de una sola orilla.
Y dejando ya aparte el asunto de la explotación de estos pobres monos, así como su condena a realizar unas actividades impuestas y que nada tienen que ver con lo que a su naturaleza correspondería, pues sobre estos puntos ya se han expresado y muy bien nuestra querida Yolanda y Churrinche, yo quisiera plantear otra cuestión.
"Saben escuchar mejor que mi hijo...", "trabajan de modo más efectivo que algunos hombres...", "es asombroso cómo comprenden el lenguaje de los humanos...". Esas son afirmaciones vertidas por personas que han estado junto a ellos y en todas, los están elevando a la categoría de personas en lo que a algunas de sus capacidades se refiere.
Entonces, si es así, ¿cómo se puede ser tan miserable como para no ver TAMBIÉN a ese mismo "ser humano", cuando permitimos que vayan a laboratorios para experimentación y vivisección; cuando se mata a las madres para robarles a las crías; cuando se les captura para encerrarlos en zoológicos; cuando se obliga por medios coercitivos a ejecutar una y otra vez números circenses...
Esta doble moral, este sentimentalismo cutre y perverso, capaz de tornarse en indiferencia y desprecio con tanta facilidad, hace que sienta repugnancia por algunos ejemplares del género humano.
Salud Ricardo.
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