martes, 24 de noviembre de 2009

Los taurinos se enriedan tanto en sus propias palabras que ya se hacen la zancadilla a sí mismos.

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AL FIN LA REVELACIÓN: HAY QUE SER CATÓLICO PARA DISFRUTAR DEL TOREO
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EN DEFENSA DE LOS TOROS
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JUAN MANUEL DE PRADA
Lunes , 23-11-09
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Durante siglos, la execración de las corridas de toros, como la execración de la conquista de América, fue lugar común entre los promotores de la llamada «leyenda negra», que en esencia era propaganda anticatólica.

A los promotores de la «leyenda negra» les gustaba pintar a Moctezuma y Atahualpa como bondadosos salvajes, aunque supiesen que en realidad arrancaban corazones palpitantes y bebían a morro sangre de la carótida de sus víctimas; pero lo que los promotores de la «leyenda negra» combatían, bajo el disfraz roussoniano, era la evangelización de América, que entre otras cosas sirvió para que los indios no compartieran el destino secular de esclavitud que los conquistadores protestantes asignaron a los negros del África.

Del mismo modo, a los promotores de la «leyenda negra» les gustaba pintar al toro bravo como un animalito dulce que pastaba margaritas y madrigales en un prado, aunque supiesen que en realidad era un animal fiero y embestidor; pero lo que los promotores de la «leyenda negra» combatían, bajo el disfraz bucólico, era la subsistencia de una fiesta católica, «el espectáculo de un pueblo religioso acostumbrado por su sangre a pasearse con toda naturalidad entre el más acá y el Más Allá», que es como muy certeramente definió Agustín de Foxá las corridas de toros..

Los toros sólo son comprensibles desde el genio católico, que es el único capaz de concebir una religión donde cuerpo y alma vayan juntos de la mano, paseándose con toda naturalidad entre el más acá y el Más Allá. Las religiones paganas (religiones con cuerpo, pero sin alma) crean el deporte; las religiones espiritualistas (religiones con alma, pero sin cuerpo) crean el yoga: unas y otras huyen de la muerte como de un nublado, bien mediante el frenesí corpóreo, bien mediante la sublimación y la ataraxia. Pero la religión católica afronta la pujanza de la muerte con gallardía, porque cree en la resurrección de la carne; y por eso el genio católico se toma la muerte muy en serio, tan en serio que la expone a la luz del sol en su cruda realidad dramática -desnudo redondel de arena-, pero a la vez muy en broma, tan en broma que la viste de domingo -trajes de seda y lentejuelas, quiebros de percal-.

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Señor de Prada, por casualidad, ¿le suena de algo Éxodo 20: 13?

El tan pregonado NO MATARÁS, ¿ya no se usa?
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Los toros son, en fin, una sencilla catequesis con música de clarines; y sólo puede disfrutarlos quien es católico, aun sin saberlo.
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Y, del mismo modo que disfrutar plenamente de la fiesta de los toros sólo puede hacerlo un católico (aunque no sepa que lo es), perseguirla con saña y anhelar su prohibición sólo puede hacerlo un católico vuelto del revés. Al pagano o al espiritualista una corrida de toros le resulta ininteligible, tan ininteligible como al budista o al ateo le resulta el crucifijo que se expone en una pared; para revolverse furiosamente contra los toros, como para revolverse contra un crucifijo, hace falta odiar algo en lo que íntimamente crees, algo que íntimamente entiendes.
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Luego ese odio se puede disfrazar de coartadas ideológicas varias; y así, el que odia el crucifijo se envuelve en la coartada de la libertad religiosa ofendida, como el que odia los toros se envuelve en la coartada animalista. Ahora hay quienes, para contrarrestar ese odio disfrazado de coartadas ideológicas, defienden los toros recurriendo asimismo a la coartada ideológica, y nos recuerdan que los toros también les gustaban a Picasso o a Companys (quienes, a su pesar o sin saberlo, eran católicos); pero la defensa que de ahí salga será una adulteración de la fiesta nacional, y las plazas que sigan abiertas gracias a esa defensa serán -como anticipó Foxá- «estadios de cemento, con altavoces y alegres anuncios de naranjadas sobre la puerta del toril, por donde antes salía la Muerte».

O sea, el antiguo rito de un pueblo acostumbrado a pasearse con toda naturalidad entre el más acá y el Más Allá convertido en un espectáculo en technicolor para horteras.


www.juanmanueldeprada.com
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http://www.abc.es/20091123/opinion-firmas/defensa-toros-20091123.html
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TESTIMONIO FOTOGRÁFICO PARA REAFIRMAR LO DICHO POR EL SEÑOR J. M. DE PRADA
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SEÑOR DE PRADA, LE GUSTE O NO LE GUSTE, EL QUE DISFRUTA VIENDO MATAR A UN ANIMAL ES TAN ASESINO COMO EL QUE LO MATA
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Continúa el misterio, ¿por qué será que cuando habla un taurino los antitaurino salen ganando?

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No dejes de leer este artículo:

http://ecosofia.org/2008/03/iglesia_catolica_y_los_animales.html#comment-11009

1 comentario:

Fin Maltrato Animal dijo...

Querido Compañero, el Señor Juan Manuel de Prada nos ha engañado a todos: no es el autor del texto. Me he dado cuenta nada más leerlo, el verdadero responsable del escrito es un tal Groucho Marx.

Y no me digas que no, ¿acáso no recuerdas aquello de que "la parte contratante de la primera parte, será considerada como la parte contratante de la primera parte...?". Pues ahora dime que eres capaz de encontrar muchas diferencias entre ambos textos.

Me ha llegado muy hondo una de sus conclusiones: ¡todos somos católicos!. Unos son conscientes de ello, otros ni lo intuyen y hay unos terceros muy curiosos, son católicos pero vueltos del revés, algo así como con el forro para fuera. ¿Les dejarán comulgar a esos también?.

Tiene que haber a estas horas algunos taurinos pensando: "Tierra, trágame", porque ellos que se esfuerzan en declarar que la tauromaquia es más de izquierdas que de derechas, y rápido nos sueltan la retahila de artistas, escritores, pintores y demás "eminencias" con tendencias comunistas (y no creyentes declarados) aficionados a las corridas, a ver qué hacen ahora, que el problema no es ya a quién le gustan y a quién no, sino darnos cuenta que todos esos ejemplos corresponden a "meapilas" ocultos y claro, la estrategia ya no les vale.

Gracias Sr. De Prada por su artículo, como bien indica el responsable de este Blog, no sé si acaba de beneficiar a las posturas antitaurinas, pero lo que es indudable es que ha dado de lleno en la línea de flotación de las taurinas.

Ricardo, quiero pedirte un favor: cuando nos veamos me gustaría que acudiésemos juntos a disfrutar de una sencilla catequesis con música de clarines. ¿Cómo lo ves?, ¿sabes si por tu barrio hay algún garito especializado en ese tipo de funciones?.

Salud Compañero y gracias.

Julio