martes, 2 de diciembre de 2008

Imanol Arias, embajador de UNICEF, habla de su pasión taurina.

Pastora Vega e Imanol Arias, dos taurinos reconocidos con un pensamiento retrogrado...Este es el típico impresentable que es embajador de Unicef * y luego se divierte en los cosos de tortura... hipocresía y un lavado de imagen total.
El muy tarado habla de los antitaurinos y del sentido que debemos darle a la muerte del toro, ya sabéis, la mierda esa del honor y la bravura con la que debe enfrentarse a la tortura el inocente animal.
Dice que al principio sentía indiferencia por el mundo del toro pero que más tarde le cautivó el ambiente... ¿a qué se referirá? ¿a la sangre en el ruedo, a los chulos vestidos de traje con su puro, a la mafia que hay detrás de ese mundillo, al maltrato que se esconde tras esa "fiesta" de machitos y brabucones...?
La entrevista no tiene desperdicio, se le ve el plumero... él evidentemente SÍ.
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Vanesa - Antitaurina acérrima
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*- UNICEF, ORGANISMO FUNDADO EN 1946 PARA AYUDAR A LOS NIÑOS DE LAS REGIONES DESVASTADAS POR LAS GUERRAS.
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Imanol Arias:
Me cuenta que se la ha regalado el bisnieto de Gitanillo de Triana, se refiere a la chaqueta que hoy se ha ‘encajado’. La lleva sobre camisa de hilo blanco y le sienta que ni hecha a patrón. Es Imanol Arias, o sea Antonio Alcántara en Cuéntame; y el bisnieto del torero, su hijo mayor. El actor está pletórico: “Algo bueno debe estar pasándome. Yo, que soy persona que mantiene una relación con la actualidad muy afectiva, tal y como me van las cosas, me siento obligado a ser feliz”, dice.
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Texto: Laura Tenorio
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Pregunta: ¿Es verdad que la televisión le hizo coger fobia a los toros y al flamenco?
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Respuesta: Sí. Cuando vivía en el País Vasco, mi mundo y mis experiencias se nutrían principalmente de lo que veía en la tele. Entonces, equivoqué algunas simbologías con el flamenco, el franquismo y los toros. Por eso, durante mucho tiempo no mostré interés alguno por los toros. Reconozco que tardé bastante en deshacerme de esos prejuicios.
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¿Y qué ocurrió para que su actitud cambiara?
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Fue a raíz de una propuesta profesional; me contrataron para el papel de un torero en una película norteamericana, junto a Jane Seymour. Para prepararme me acerqué al mundo del toro y a su ambiente, que me cautivó. Conocí a los maestros Ortega Cano y Yiyo, también a Morenito de Maracay, que era quien me doblaba. Me hice un vestido precioso, blanco y oro, en Fermín. Pero resultó que, como escena final, el director pretendió rodar algo que no entendí que procediera: tenía que tirar la muleta, saltar la barrera y llegar al tendido para allí encontrarme con la “chica”. Cuando el director me dio las pautas, miré a los toreros y me bastó un solo gesto para comprender que aquél no era el modo de proceder de una figura del toreo. De modo que nos vinimos para Madrid sin terminar el rodaje. Ni qué decir que rescindir aquel contrato me costó muy caro, pero nunca dudé que hice lo que tenía que hacer.
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O sea, se puede afirmar que usted llega a los toros ya de adulto.
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Sí, y eso que me crié en Eibar, de donde era Luis Mazzantini y donde siempre se han dado toros y celebrado muchos encierros.
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¿Qué fue lo que le sedujo de este mundo?
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Creo que para mí fue muy importante conocer, gracias a mi mujer, a toreros como Curro Romero, por cierto muy amigo de mi suegro.
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Su mujer, Pastora Vega, era bisnieta de El Divino Calvo. ¿Qué le han contado de él?
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De él se han dicho muchas cosas. Para empezar, Rafael tenía un hermano que era un dios: Joselito El Gallo. Él, Rafael, sin ser Belmonte, supo relacionarse muy bien con toda la intelectualidad de su época… Mira, cuentan que a casa de Pastora Imperio (la abuela de mi mujer), cuando vivía en la calle Velázquez, acudían con frecuencia Rubinstein, Valle-Inclán y Manuel de Falla, que ya había empezado con su Amor Brujo. Por lo visto, Pastora le hacía a Falla unas patatas estrelladas para morirse. Eso, a Rafael no le gustaba mucho, porque por lo visto era muy celoso. Una noche que no pudo más le dijo a su mujer: –“¡Pastora, ya está bien con tener la casa siempre llena de hombres!”. –“Pero Rafael, por Dios, que no hay que preocuparse, que son Rubinstein y Falla”, le respondió Pastora. A esto, cuentan que El Gallo, escondiéndose el brazo en la manga de la chaqueta, le dijo: “Sí, claro, ¡pero Valle-Inclán, no; ése no, Pastora, ése no, y está aquí to los días!” (Sepan que el novelista había perdido un brazo en 1899, debido a la herida que sufrió durante una riña en el Café Gijón).
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¿Y sobre su concepto del toreo, qué sabe?
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La primera vez que un torero demuestra tener un sentido artístico, que no heroico del toreo, es con Rafael El Gallo. Él tenía muy claro que había toros que no eran para él, por eso prefería que le detuvieran a matar cualquier burel que él no ‘viera’ claro.
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De ahí las célebres espantadas que cuentan.
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Sí, en Sevilla hay una famosa en la que la Guardia Civil se quedó tan sorprendida de la manera de proceder del torero que no sabía si tenía que detenerle en la plaza o al llegar al hotel. Por lo visto, fue el propio Rafael quien le indicó a la Benemérita que la detención procediera nada más salir de la plaza.
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¿Qué fue lo que pasó aquella tarde?
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Pues que a Rafael le salió un toro de esos que tiene el lacrimal blanco –zarco– y, como el toro le miró de una manera que no le gustó, dijo que no lo mataba, que a él así sólo le miraba Pastora. Cuando llegó a su casa, la mujer le soltó una de esas frases que quedan para los restos: ‘Rafael, lo que no pue ser no pue ser y además es imposible’.
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Como la de “hay gente pa tó”, que se la atribuyen tanto al Guerra como a El Gallo.
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Yo creo que es más de El Gallo, porque El Guerra, que fue un grandísimo torero, no tenía la proyección social que sí tenía Rafael. No digo nada de Gitanillo, que en eso fue el rey de Madrid. El Guerra andaba en Córdoba, en su club y alternaba poco.
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La documentación encontrada, confunde a veces a Gitanillo de Triana y a Curro Puya.
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Curro Puya es el que muere en la plaza de Madrid en mayo de 1931; actuó junto a Chicuelo, que sustituía a Antonio Márquez, y a Marcial Lalanda. Gitanillo muere en accidente de tráfico cuando regresaba de la finca de Luis Miguel Dominguín. En el accidente mueren él y su yerno, por lo que mi suegro se vio, debido a la fatalidad de las circunstancias, al frente de tres familias. Era el año 1969.
La historia cuenta que es Gitanillo quien viene a Madrid a buscar al doctor Guinea para llevarlo a Linares, la tarde noche del 28 de agosto de 1947.
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Sí, vino al volante de un Buick, con la taleguilla todavía puesta y encima de la camisa una chaqueta. Hizo una velocidad media de 89 Km. /h., que ahora se dice pronto, pero que hay que pensar en cómo eran las carreteras entonces. Creo que se llegó a poner a 160 Km/h. La verdad es que Gitanillo fue todo un personaje, tuvo tablaos y estuvo muy relacionado con el flamenco. En su casa empezaron Rocío Jurado, la Pantoja o la madre de Julito Aparicio, Malena, que ha sido una bailaora extraordinaria.
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”Morante es Camarón; Morante se estira encogido; Morante no torea, él baila con el burel y se acurruca”
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Díganos algo más del hermano, de Curro Puya.
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Dicen que era el más guapo y galán. Como torero era muy profundo, parecido a los que ahora torean con profundidad, sólo que él era más aflamencado.
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Vayámonos al escalafón actual, dé y justifique nombres, por favor.
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José Tomás, Castella… son trágicos, que no dramáticos. Sus estatuarios, por ejemplo, son diferentes, tienen luz y nada tienen que ver con el folclore, sino con la tragedia –con la vida y con la muerte.
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Más nombres.
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Por recordar al maestro Yiyo, diré que fue el primer torero que me levantó del asiento. También recuerdo a Joselito, aquel 2 de mayo del 96, vestido con un terno goyesco verde, o la tarde de un heroico Rincón, cuando se enfrentó a Bastonito –de Baltasar Ibán–… Volvería a citar a José Tomás y a Castella, y también a Ponce. Y es que no tengo valor para ser de un solo torero.
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Siempre se ha dicho que el mejor aficionado es aquel a quien le caben más toreros en la cabeza.
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¡Pues qué bien!… De Ponce tengo que decir que con su toreo es capaz de hacer llegar a más gente el ritual del toreo. Ponce es como Spencer Tracy, que lo hacía todo más fácil, más común, más extensible. Enrique ensaya su toreo y parece que nada le cuesta, a pesar de su autenticidad. También Espartaco, cuando lideraba el escalafón y le hacía faena a todos los toros daba esa impresión.
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Llama la atención que con el ramalazo familiar que usted tiene, no haya dicho nada sobre Morante.
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De ése iba a hablar ahora. Sí, Morante es Camarón; Morante se estira encogido; Morante no torea, él baila con el burel y se acurruca, por eso necesita un tipo de toro que le guste y le dé confianza. Su toreo responde a una esencia.
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Como aficionado, ¿guarda usted un perfil más torerista que torista?
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Puede, pero la plaza de Madrid me ha equilibrado bastante. Para mí es importante cuidar al animal, que es en lo que se fijan los antitaurinos. No hay duda de que sin toro no habría espectáculo. Hoy se tiende a que el matador haga los tres ‘actos’, como en los clásicos griegos: El Juli es buen ejemplo, porque ahora, aunque no pone banderillas, dirige muy bien ese tercio.
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De los muchos argumentos que le puede ofrecer una tarde de toros, ¿con cuál se quedaría?
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Lo que más me gusta son los momentos de dudas, esos en los que todavía no se ha definido el toro; normalmente de salida, cuando no se sabe cómo va a ser el animal ni por dónde va a tirar el torero.
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Por cierto, ¿cómo ve usted una mujer vestida de torero?
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No consigue crearme algún conflicto, pero reconozco que me impresiona mucho. Me pregunto cómo sería esta última etapa de los ‘trágicos’ del toreo si hubiera una mujer entre ellos. Porque hasta el momento hemos visto a Agustinas de Aragón y a Manuelas Malasaña, pero nunca a una Juana de Arco.
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Dado el caso, ¿cómo trataría de convencer a un antitaurino?
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Desde el respeto, le pediría que toda esa pasión por los animales la llevara a extremos generales de la vida y no contra tradiciones, incluso le apremiaría a tener una concepción más universal del sentido de la muerte.
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Para terminar, díganos quién sería el Manolete de su gremio.
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Javier Bardem.
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¿Y el Joselito El Gallo?
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Joselito podría ser yo, que soy actor que busca la esencia pero que siempre tengo mucha comunicación con el público, muy a mi pesar.
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¿El Belmonte?
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Ése fue Pepe Isbert, nadie tan sencillo llegó tan alto, a tanto conocimiento, a tanta cultura para conseguir un resultado tan simple, popular y profundo como lograba él.
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¿El Benítez, El Cordobés?
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Ése ha sido Landa, Alfredo Landa, popular y que con tal de no repetir una escena era capaz de hacer en una misma toma hasta siete tonos.
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Ahora, con cuatro títulos de créditos componga un cartel como el de Ponce, José Tomás, Morante y El Juli.
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Ponce sería un Echanove, un todo terreno. Morante sería un Eduard Fernández, actor de una esencia genial, algo excéntrico; en la profesión, usando nuestro argot, le llamamos ‘el abrazo’. Como a El Juli veo a Unax Ugalde, que maneja todos los tiempos, hace teatro, es especial y se formó en América. Y José Tomás… Fernando Fernán Gómez, que se prodigó más que el torero, pero que fue el único capaz de decirte: ‘¡Váyase usted a la mierda!
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3 comentarios:

Fin Maltrato Animal dijo...

¿A qué llama “extremos generales de la vida “ este actor que, según nos cuenta, rechazó el papel de su vida porque en vez de acabar una película besando a una mujer él quería hacerlo ensartándole el estoque al toro (empiezo a pensar que se sentía más a gusto interpretando los capítulos de “Cuéntame” anteriores a 1975) porque dice que es ahí, a ese término tan difuso como su sensibilidad, donde le pediría a un antitaurino que llevase su pasión por los animales. No me queda nada claro el concepto, va a ser verdad que los detractores de la tauromaquia somos unos seres ignorantes, porque entre que no comprendo lo que quiere decir y que no nos ponemos como hacen ellos, los taurinos, a resucitar a los ilustres representantes de las artes que eran aficionados a las corridas de toros para dar más consistencia a nuestros argumentos, me está entrando complejo de cenutrio.

Llevo un buen rato dándole vueltas y se me ocurre que, por ejemplo, los “extremos generales de la vida” son el nacimiento y la muerte, ¿Se referiría a ellos?. También eran “extremos” y “generales” Francisco Franco (otro que prefería la caza al sexo) y Pinochet. ¿Irán por ahí los tiros?. La necedad y el egoísmo humanos son otras cuestiones extremadamente generales y de eso no se libran ni los yernos del amigo de un torero. Nada, que estoy venga a elucubrar pero no consigo dar con el sentido del consejo que nos brinda este individuo que consiguió librarse de un prejuicio cuando empezó a deleitarse con la tortura de un animal.

Tal vez – con un alto riesgo de estar equivocándome – quería decir que llevásemos la pasión por los animales a situaciones límite de la vida y no la enfocásemos en tradiciones. Si es así, debemos enfrentar esos dos conceptos: situación límite y tradición. Parece que para Imanol Arias el segundo es más decisivo que el primero. Veamos, el sufrimiento de un toro, su martirio, su muerte, la utilización de todo lo anterior como un espectáculo, su enseñanza en escuelas taurinas y calificarlo de arte o asegurar que es cultura, una de dos: o no son bajo su punto de vista ni mucho menos circunstancias extremas (habría que conocer la opinión del animal – me refiero al toro – ) o si cree que lo son, por más que impliquen violencia, sangre y dolor, hay que incluirlas principalmente en el concepto tradición con lo cual resulta secundario e intrascendente que también figuren en el de situaciones límite. De este modo, quedan legitimadas y validadas para seguir teniendo lugar porque antes que el valor social de un hecho, su capacidad para enriquecernos o su contribución al progreso, está su antigüedad. Poco importa si es centenario el que dignifique la crueldad o la brutalidad, puesto que estamos midiendo la idoneidad en función de la ranciedad.

Llegados a este punto quiero creer que el altruista Embajador de UNICEF estará a favor de la ablación, situación extrema que lleva en muchos casos a la muerte de la niña, pero para eso nos ha explicado el Sr. Arias que si hay tradición, poco importa la defunción. Lo curioso es que en un informe UNICEF indica que esta extirpación de los genitales femeninos se puede erradicar en una generación si se realiza un esfuerzo cultural. Yo confío en que nuestro actor-embajador, como miembro de la Organización, entregue a sus superiores una nota para que rectifiquen esa declaración, ya que no es concebible que pretendan que desaparezca algo tan tradicional.

Y nos cuenta que para él “lo importante es cuidar al animal”. Creo que sobra la aclaración, si ya nos habíamos dado cuenta de eso todos Imanol, ¿no es así?. Si se tira toda la entrevista hablándonos de las “virtudes” de José Tomás, Ponce, Morante, Curro, Ortega o Yiyo entre otros, ¿quién va a dudar ante esa galería de amantes del toro, frente a esas almas entregadas a su bienestar a las que tanto admira, que su preocupación principal es el bienestar del astado?. Digamos que lo de la pica, las banderillas, el estoque o el descabello son simples accidentes que en el fondo, si tuviésemos la sensibilidad del Sr. Arias, si fuésemos como él capaces de librarnos de nuestros prejuicios, los veríamos también como muestras irrefutables de amor al toro.

Ricardo, amigo mío, día tras día nos muestras en tus Blogs que la sandez de algunos hombres es insondable. Poco importa su procedencia, su profesión o su nivel social, ya sabemos aquello de que “lo que la Naturaleza no da Salamanca no lo otorga”, así que no hay academia de interpretación ni despacho de Ministerio que elimine el pelo de la dehesa en algunas sensibilidades. Porque hay que tener un corazón muy tosco y un cerebro muy primario para ver imágenes como las que nos muestras en tu Página y continuar afirmando que eso es deseable porque constituye una tradición.

¿Y sabes una cosa?, como decías en un comentario el fin de la tauromaquia está cerca y ellos lo saben, de ahí que estén echando mano hasta del Cid Campeador para avalar su postura. Utilizan una y otra vez frases vacías dichas en tono grandilocuente; mezclan conceptos antagónicos con una osadía que sólo puede nacer de la ignorancia o del interés; echan mano del insulto, del miedo, vaticinando el caos si se acaban las corridas de toros y todo por qué, pues porque son incapaces de encontrar una solo argumento, un único motivo que justifique de un modo racional e irrebatible su defensa de esta salvajada.

Gracias compañero porque sin ti, seguro que habríamos avanzado menos.

Julio Ortega. Maltrato Animal: Un Crimen Legal

Helena dijo...

Hola Ricardo,

Ayer por la mañana fui a registrarme "oficialmente" como fedataria de la plataforma PROU (ILP) ante notario en el Parlament de Cataluña, juntos con más de 1.200 personas... asombroso!
Sólo espero que a mi abuelo no le dé un infarto cuando se entere... Ya ves, la lucha animalista a veces se vuelve contra los genes propios.

Te dejo aquí una carta que me han reenviado esta mañana... Se titula SOY TONTA:

"Resulta, señor Múgica, que soy tonta. Soy tonta porque, aunque me interesa tanto todo lo que tenga que ver con la estética que incluso estudié Historia del Arte, la de los toros me parece rancia, tirando a cursi y desbordante de una repugnante testosterona.
Soy tonta porque siempre les he oído contar a los campesinos de mi tierra que las vacas mugen desesperadas en el momento en que están sacrificando a sus terneros en el matadero. Porque mi larga convivencia con perros y la observación de otros animales me ha hecho llegar a la conclusión de que los mamíferos tienen sensaciones y hasta sentimientos. Y porque los científicos me han hecho saber que el sistema neurológico de los toros es muy parecido al nuestro y, por lo tanto, padecen el mismo dolor que padecería yo misma de tener que soportar encierro, acoso, lanzadas, banderillas y estocadas.
Soy tonta porque mi compañero de columna Manuel Saco me ha informado de las muchas barbaridades a las que son sometidos antes de ser empujados a la plaza. Porque me desagrada que cualquier ser vivo tenga que sufrir torturas. Porque me indigna que esas torturas se conviertan en motivo de alegría, jarana, admiraciones y olés. Y porque me preocupa la salud moral de mis congéneres capaces de disfrutar con la agonía de un animal. También soy tonta porque me ofende que a ese horrible espectáculo de dolor y sangre lo llamen fiesta. Y, para colmo, fiesta nacional, como si los tontos que lo detestamos no fuéramos de aquí.
Y soy tonta, señor Múgica, porque me alegro de que usted, taurino, nos desprecie a nosotros, los antitaurinos, y se permita, desde su alto y noble cargo institucional, poco menos que negarnos el pan y la sal. Pero me temo que los tontos somos cada vez más. ¡Vaya país!"

Angeles caso

Unknown dijo...

No sabia que al señor Imanol le gustaran los toros, antes no lo soportaba, pero ahora me cae muy bien, declararse taurino en un país de identidades colectivas me parece todo un acto de valentía. larga vida a don Imanol y a su Mujer