lunes, 20 de abril de 2009

Dos curiosos perros callejeros.

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CHOLO, EL PERRO ADOPTADO POR EL PUEBLO DE POTOSÍN ACUDE A MISA CASI A DIARIO
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. Dicen que es de bien nacido ser agradecido. Y eso es lo que debe de pensar Cholo, un perro que vive como un rey en la localidad sonense de Portosín gracias a la solidaridad de los vecinos. Quizá para dar gracias a Dios por su buena suerte, el animal acude, casi a diario, a escuchar misa al templo de San Sadurniño de Goiáns.

Su triste historia, aunque con final feliz, comenzó hace aproximadamente seis años, cuando unas vecinas de Portosín lo encontraron abandonado y con un profundo corte en el cuello. Tras darle un poco de comida y una pastilla, Cholo -los niños que veranean en la zona le pusieron el nombre en honor de Pocholo Martínez Bordiú- desapareció de la zona sin dejar rastro.
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Unos meses más tarde, y ya recuperado, el animal regresó a la localidad marinera para hacer las delicias de grandes y pequeños. Eso sí, dejando muy claro que él es un ser de espíritu libre.
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«Este perro andaba por el puerto y comía de todo, incluso el pescado que le daban los pescadores. Luego algún vecino lo quiso coger y llevar para su casa, pero él no es un perro que quiera estar atado», dice María Luisa García, una de sus protectoras y mejores amigas, puesto que con el tiempo ha conseguido que el perro pase las noches en su casa.Pero como él tiene que andar a su aire, se buscó otra persona con la que disfrutar de las tardes, sobre todo durante los meses de invierno, cuando el viento del mar arrecia.
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«Este perro venía por mi casa y yo, como otros muchos vecinos, le daba de comer porque me daba pena. Poco a poco cogió por costumbre ir conmigo a todas partes, incluso a la misa de las siete y media», dice esta mujer, que no quiere ningún tipo de protagonismo.
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Pero la fe de Cholo va mucho más allá, puesto que cuando María Luisa no va al templo él cumple igualmente con el rito y acude solo, y sobre todo, puntual a la cita.
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Pero ¿qué hace allí? Pues sentarse entre dos tumbas y esperar a que la ceremonia concluya. Y después, levantar la pata para que los fieles le hagan mimos.
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«Él sabe muy bien la hora, y cuando el cura tarda más de lo habitual, le da un ladrido para avisarlo», dice Luisa García.
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EL CURIOSO CASO DEL PERRITO QUE ACUDE A TODOS LOS ENTIERROS
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. Jueves 16 de abril de 2009
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Un pequeño perro marrón se ha ganado el afecto de los vecinos de un pueblo español en Jaén.
Incluso, le han puesto un collar para que no lo lleven a la perrera.
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La costumbre más llamativa de Católico, que así se llama, es acudir respetuoso a todos los entierros. Dicen que el perro es el mejor amigo del hombre y que, en ocasiones, sólo les falta hablar.
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Un famoso lema publicitario, para evitar el abandono de animales, recuerda: “Ellos nunca lo harían”. Y, sin duda, los canes son, en ocasiones, muy nobles aunque, como ocurre con uno que deambula por Peal de Becerro, resulte algo enigmático.
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Los vecinos aseguran que un perrito acude a todos los velatorios y entierros, como si fuera a dar el pésame a los dolientes. Es más, cuándo suenan las campanas de la iglesia, se dirige en trote al templo. El propio párroco le llama Católico, en uno de sus escritos realizados por las fiestas, por su evidente interés por los actos religiosos. Y es que Católico, que así lo llaman ya muchos, se planta frente a la vitrina donde esta expuesto el difunto y luego mira a la familia que, en algunos casos asombrada, en otro no tanto por conocer ya de su costumbre, comprueba como tras unos minutos vuelve a salir por donde entró..

Es más, el día del entierro acude a la iglesia y, después de las exequias, acompaña a la comitiva hasta el cementerio. Cortés y puntual, como si no quisiera estorbar, se coloca a distancia prudencial de los asistentes al sepelio.
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Este pequeño perrito callejero, de color marrón, se ha ganado tanto cariño que, en alguna carnicería, ya le tienen guardado cada día algún suculento almuerzo. Es un perro de la calle, no pertenece a nadie, pero lleva puesto un collar. El objetivo de la medida es asegurarse de que no será llevado a una perrera para que, esté donde esté, nadie lo confunda con un can abandonado. Lo cierto es que el religioso perrito no está desamparado, todos le quieren, conocen sus itinerarios y costumbres y es, de hecho, un “vecino” más de Peal de Becerro.
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Fuente:
http://wonderfulgalaxy.blogspot.com/2009/04/el-curioso-caso-del-perrito-que-acude.html
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Lectura complementaria a esta historia:
http://linde5-otroenfoque.blogspot.com/2008/02/blog-post.html
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1 comentario:

Fin Maltrato Animal dijo...

Este perro, que acude a "presentar sus respetos" al difunto y a sus deudos, me ha hecho pensar en la actitud de los hombres cuando pasamos junto a un animal atropellado en cualquier arcén. ¿Cuál suele ser nuestra reacción?.

En función del grado de morbosidad del individuo en cuestión se fija la vista con mayor o menor detenimiento en el cuerpo pero, ¿qué hacemos si advertimos que se mueve, si nos damos cuenta de que todavia esta vivo?.

El otro día iba circulando con el coche por una carretera gallega, llevaba a otro vehículo delante y enfrente, a lo lejos, distinguí algo negro en mitad de nuestro carril. El automóvil que me antecedía pasó por encima del "bulto" sin tocarle con ninguna rueda y sin frenar lo más mínimo. Aquella masa negra sobre el asfalto era un gato negro.

Frené y pude ver como levantaba la cabeza, tenía la cara completamente ensangrentada, la boca abierta con aspecto de estar muy afectada y la pata delantera derecha era una masa de sangre, pelo y hueso.

Me bajé inmediatamente y traté de cogerlo pero a pesar de su estado, se alejó de mí como buenamente pudo y tras intentar inútilmente subirse a un muro se perdió entre unas fincas. Imagino que a morir.

Desde el causante del atropello hasta todos los conductores que pasan junto a un animal herido, ¿cuántos se detienen para tratar de ayudarle?. Pocos, muy pocos, casi ninguno.

Supongo que a muchos les trae sin cuidado su suerte, otros imaginan que pararse va a implicar problemas y gastos, habrá incluso alguno que piense que se le puede manchar de sangre la tapicería.

Y de ese modo tan indigno mueren al cabo de unas horas de agonía muchos perros y gatos que podrían haberse salvado, en lo que es un acto de omisión de auxilio que en el caso de una persona constituiría un delito pero en el de un animal, parece una reacción lógica y nadie se escandaliza de que así sea.

¿Recuerdan las imágenes de aquel perro intentado ayudar a su compañero, ya muerto tras ser atropellado, en mitad de una transitada carretera?.

Una vez más estas criaturas nos demuestran que el hombre puede estar mucho más cercano al concepto de "bestia" que cualquiera de ellas.

Gracias Compañero Ricardo y Salud.

Julio