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"Es como tener una buena novia -asegura Buckley-. Alguien que puede relacionarse, que tiene algo en común, y desea compartirlo. Tenemos el caso de Debbie y Ronnie. También el de Misty, que no puede vivir sin Dulary. Así son los paquidermos. Les gusta la vida a pares".
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"Tal vez el ejemplo más cercano de todos sea la amistad entre Tarra y Bella. Tarra es un elefante asiatico de 8700 libras de peso. Y Bella es un perro. Son amigos -afirma Buckley-, y Bella deja que Tarra le rasque la barriga. ¿Curioso no? Su amigo es un perro y no un elefante".
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"Bella sabe que no es un elefante. Tarra sabe que no es un perro" -añade Buckley-. Pero eso no es un problema para ellos".
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Bella es uno más de la docena de perros callejeros que han encontrado una casa en el santuario. La mayoría no quieren tener nada que ver con los elefantes, y viceversa. Pero no esta extraña pareja. Cuando llega la hora de comer, comen juntos. Beber juntos. Duermen juntos. Juegan juntos.
Tarra y Bella han estado muy cerca durante años. Aunque, hasta hace poco, nadie sabía lo realmente cerca que estaban.
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Hace unos meses Bella sufrió una lesión de la médula espinal. No podía mover las extremidades. Ni siquiera podía mover la cola. Durante tres semanas el perro yació inmóvil en el santuario. Y durante esas tres semanas celebró su vigilia el elefante. Teniendo 2700 hectáreas para vagar libremente, Tarra prefirió permanecer al lado de la puerta del habitáculo donde estaba Bella.
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"El elefante sólo rondaba por las cercanías. Esperando. Siempre esperando -recuerda Buckley- Sin duda, estaba preocupado por su amiga".
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Entonces un día, el co-fundador del santuario, Scott Blais, llevó a Bella hasta la puerta para que ambos pudieran verse.
"Al ver a Tarra, Bella empezó a menear la cola" -asegura Blais-. Se vieron todos los días hasta que Tarra la llevó a caminar. Hoy en día, su amor -y la confianza- es más fuerte que nunca".
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Bella confía tanto en Tarra que incluso le permite que le acaricie con su larga trompa, y le rasque la barriga con su enorme pata.
No se teme el uno al otro. No tienen secretos sin prejuicios. Sólo son dos seres vivos que de alguna manera se miran sin reparar en las inmensas diferencias.
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Un buen ejemplo para esta joven América. Si los animales pueden compartir en paz el mundo, ¿por qué los humanos no? ¿Cúal es nuestra excusa?
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http://www.youtube.com/watch?v=1o0GsA4qDHE
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Fuente:
http://www.cbsnews.com/stories/2009/01/02/assignment_america/main4696340.shtml
3 comentarios:
Es impresionante... cuanto tenemos que aprender de los animales...
Gracias por la historia Ricardo, el video me impacto pero la historia lo engrandece aún más.
Cuando el ser humano tome conciencia y empiece a ver a los animales de la misma manera en que ve a otros seres humanos y los trate de la misma forma todo cambiará.
Los animales no tienen prejuicios y se comunican y asocian de forma libre y sin barreras, muchos seres humanos no están capacitados para hacer lo mismo... a lo que yo me pregunto ¿de qué sirve este estúpido especismo si nos dan mil lecciones?
Un saludo,
Vane
¡Y qué algunos puedan leer esta historia o alguna similar sin que ello les lleve a reflexionar!. Son continuas las lecciones que nos dan los animales sobre solidaridad, apoyo, complicidad, cariño, respeto... pero somos tan necios.
Y aún habrá quien vea en Tarra un majestuoso trofeo de caza y en Bella, un repugnante chucho merecedor de una pedrada o de algo peor. Son los que abandonan, los que maltratan, los que matan; son los que contribuyen a hacer de esta Sociedad un lugar cruel y despiadado. Son los miserables de espíritu que jamás serán capaces de conmoverse ante una enseñanza como esta. Nunca serán tus lectores Ricardo.
Salud Compañero.
me gusta mucho esta historia y con tu permiso pongo el enlace a mi blog..Saludos
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